Insurgencia en las Filipinas
11 de diciembre de 2018
Resumen
Este artículo analiza el conflicto en las Filipinas, tanto sus causas como sus consecuencias, a lo largo de los años noventa hasta la actualidad. Para hacer esto, hemos dividido el trabajo en tres partes, cada una con una hipótesis concreta. Para empezar vamos a investigar sobre la capacidad militar de los grupos insurgentes armados y de su capacidad real de conseguir los objetivos que tienen cada uno como grupo. Por otro lado, se analiza la influencia estadounidense en el conflicto y conoceremos qué supone su implicación en el territorio filipino según sus intereses. Finalmente, nos preguntaremos si la aplicación efectiva de la Ley Básica de Bangsamoro hubiera supuesto el fin o al menos la atenuación del conflicto.
En el apartado final vamos a ser capaces de responder a estas hipótesis, así pues vamos a concluir si estas se corroboran o no.
Palabras clave: conflicto moro, insurgencia en Mindanao, Filipinas, Estados Unidos, Bangsamoro, Sureste Asiático
Abstract
This paper analyses the conflict in the Philippines, both its causes and its consequences, throughout the nineties and until the present day. In order to do so, this article is divided into three parts, each one with a concrete hypothesis. To begin with, we are going to investigate about the military capacity of the armed insurgent groups and their real capacity to achieve their goals. Furthermore, the U.S. influence in the conflict is analysed and we get to know what entails its involvement in the philippine territory according to its interests. Finally, the question on whether the effective application of the Bangsamoro Basic Law would have supposed the end or at least the lessening of the conflict is put forward.
In the final part we are going to be able the answer these hypothesis, so we are going to conclude whether these are corroborated or not.
Key words: moro conflict, insurgency in Mindanao, Philippines, United States, Bangsamoro, Southeast Asia
Introducción
A pesar de no ser un conflicto conocido y con muy poca repercusión mediática en Europa, creemos que la insurgencia primero comunista y después separatista mora y yihadista es muy interesante des del punto de vista de las Relaciones Internacionales y para analizarla realizaremos el presente análisis.
En este trabajo se tratarán tres hipótesis para analizar el conflicto en las Filipinas. Dentro de este juegan un papel clave actores estatales como: el propio Gobierno de las Filipinas, Estados Unidos y países próximos a las islas como Australia, implicada en el marco de su lucha contra el radicalismo islámico en el Sureste Asiático, Indonesia y Malasia. Por otra parte, un gran número de actores no estatales se encuentran en el centro del conflicto: el Frente Moro de Liberación Nacional y el Frente Islámico de Liberación Mora, bandas armadas separatistas, el Movimiento de Bangsamoro por la Libertad Islámica y Abu Sayyaf, grupos separatistas moros e islamistas y Jemaah Islamiyah, organización yihadista del Sureste Asiático; por otro lado encontramos otro grupo insurgente armado de carácter comunista: el Partido Comunista de las Filipinas y su brazo armado, el Nuevo Ejército del Pueblo.
Con esta variedad de actores decidimos realizar tres hipótesis que tratasen, a nivel general, tres aspectos distintivos de los actores, el actor estatal más importante que es el propio Estado de las Filipinas donde transcurre el conflicto, actores secundarios también estatales que luchan en contra del yihadismo insurgente y, finalmente, los grupos armados de carácter radical que juegan un papel primario en el conflicto.
La primera hipótesis se enfoca en estudiar la capacidad real de los grupos insurgentes de conseguir sus objetivos. Basándonos en el número de militantes, financiación, apoyo externo, control del territorio y armamento de las facciones, y por otro lado, en los distintos indicadores del Gobierno filipino, podemos establecer unas pautas a través de las cuales dictar si es posible o no que el Gobierno acabe sucumbiendo ante la presión ejercida o si, por otro lado, este actor estatal tiene el poder suficiente para apaciguar el movimiento radical.
La hipótesis número dos se centra directamente en los intereses de los Estados Unidos en entrar en el conflicto y luchar con el Gobierno filipino para conseguir conjuntamente el control del territorio. Sabemos que los estadounidenses obtuvieron la soberanía sobre pueblo filipino en 1898 y la perdieron en 1946. Perder las islas del Pacífico supuso una pérdida estratégica, económica y, sobre todo, de poder al ser Estados Unidos la superpotencia hegemónica a nivel mundial. Por eso, encontramos interesante la lucha incesante por el control del territorio que una vez fue suyo. Queríamos saber cuáles eran las razones de seguir luchando por la paz en Filipinas aparte de su lucha mundial en contra del yihadismo y el terrorismo islamista. La hipótesis concretamente sería que los Estados Unidos tienen intereses importantes en cuanto a recursos naturales y geopolíticamente estratégicos en la región que los llevan a entrar activamente en el conflicto filipino.
En cuanto a la última hipótesis, tratamos de analizar el proceso de implementación de la Bangsamoro Basic Law (BBL). Quisimos centrarnos en el porqué de todas las complicaciones
y obstáculos que a los que debe hacer frente continuamente, los cuales provienen, como hemos podido apreciar, no tanto el poder ejecutivo, que vendría a ser el Gobierno filipino y por tanto, el presidente contemporáneo de los sucesos, Rodrigo Duterte, sino por parte del Senado y el Congreso (the Houses), que representan los intereses de la rama legislativa. Con esta hipótesis queríamos demostrar que la BBL, cuyo objetivo radica en la creación de una región autónoma gobernada por el Gobierno de Bangsamro, se pudiera haber implementado de forma efectiva y sin crear las controversias entre el Gobierno y el MILF, a la vez que entre los ciudadanos de diferentes grupos religiosos. Pero el motivo que lo impidió fueron los intereses que el Gobierno tenía en este territorio de tradición mora, que desde hace decenas de años lucha por llevar a la política su diferenciación religiosa.
Contexto histórico
Con la colonización hispánica de las islas filipinas en el siglo XVI, los habitantes musulmanes del sur de estos archipiélagos recibieron el nombre de “moros”, en alusión a los magrebíes africanos. Estos habitantes de algunos antiguos sultanatos islámicos de las islas sureñas de la nueva colonia no pudieron ser evangelizados en su gran mayoría y de ahí la gran diferencia religiosa de hoy en día en el país: la mayor parte de filipinos son de religión católica romana mientras esta minoría está muy concentrada en Mindanao y Sulu (Buendía, 2008: 4).
Después de la Guerra Hispanoamericana Filipinas pasó a manos de Estados Unidos, pero de 1903 a 1913 ya empezó la resistencia mora a los estadounidenses. A partir de entonces, los habitantes del sur de las islas filipinas, principalmente Sulu y Mindanao, fueron tomando conciencia de una identidad nacional diferente a la de la Filipinas católica, plasmada en el llamado Bangsamoro, es decir, la Nación Mora (Hughes y Miklaucic, 2016: 171-172).
Después de la creación del Nuevo Ejército del Pueblo comunista los sectores secesionistas moros crearon en 1972 el Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF) que llevó a cabo insurgencia contra las Fuerzas Armadas filipinas. En medio de enfrentamientos armados donde morían mayoritariamente musulmanes y algunas matanzas de estos (Palacián, 2013: 8-9), el MNLF llegó a conseguir la implicación de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), la que llegó al Acuerdo de Trípoli entre el Gobierno y el MNLF por el que el primero se comprometía a dar autonomía a la Nación Mora (Hughes y Miklaucic, 2016: 173). Debido a la secularización del MNLF y al proceso de paz con el Gobierno una facción más islamista del Frente se escindió y creó el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF) en 1984.
En 1989 se constituía de acuerdo con el Gobierno estatal, la Región Autónoma del Mindanao Musulmán, con competencias limitadas (Marcelo, 2018). Más tarde el MNLF hizo un Acuerdo Final de Paz con el Gobierno filipino en 1996 y sería ya en 2014 cuando el MILF signa el Acuerdo Integral sobre Bangsamoro, en el que se habla de acabar con la marginalización, las injusticias y desigualdades económicas que se dicen que son la verdadera raíz el problema moro; asimismo se inicia el proceso legislativo para dar autonomía gradualmente a la futura Región Autónoma de Bangsamoro basada en la Ley Básica de Bangsamoro, pero dicha ley quedaría estancada debido a una escaramuza de un grupo escindido del MILF contra la policía filipina, el BIFF (Franco, 2016: 175-175). Más tarde, sin embargo, pasaría el procedimiento legal no fácilmente (para más información véase: Marcelo, 2018) y el presidente Duterte firmó la Ley el 26 de Julio de 2018, que dotaría a Bangsamoro de un Gobierno regional, un parlamento, mayor autonomía fiscal y un sistema judicial (Elemia, 2018).
La capacidad de los grupos insurgentes
El período histórico más reciente, hablando a grandes trazos, de la historia de Filipinas, ha venido marcado por una importante agitación producida por diversos grupos terroristas o revolucionarios que, debido a su palpable desacuerdo en ciertas materias con el gobierno del estado, han decidido tomar el camino de la fuerza para defender sus propios intereses.
Dentro de este contexto, cabe decir que el Índice de Desarrollo Humano de Filipinas, cercano al IDH medio de los países en vías de desarrollo (0,699 frente al 0,681) indica la posibilidad de un mayor empoderamiento de los grupos revolucionarios en detrimento de la sensación de credibilidad del gobierno de cara al pueblo (Human Development Reports, 2017), hecho este al que hacía referencia Teodoro Benigno, columnista y antiguo oficial de gobierno de Filipinas, cuando en un artículo del NY Times del 2003 decía “Mientras tengas a una sociedad pobre en un 40-50%, hambrienta en un 40-50% y oprimida en un 40-50%, la gramática de la insurgencia estará ahí” (Mydans, 2003).
Así, son seis el número de facciones que han adquirido una dimensión, poder o importancia suficientes para merecer un análisis, que se realizará a continuación, de la capacidad que poseen para defender sus intereses y para cumplir sus objetivos.
Jemaah Islamiyah
JI es un grupo salafista yihadista que busca la instauración de la ley islámica en un nuevo estado que englobe regiones de muchos países actuales en el sudeste asiático, principalmente Malasia, Indonesia y la región musulmana de Filipinas (Mindanao). Los servicios de inteligencia de Estados Unidos estiman que el grupo tiene desde cientos hasta un millar de simpatizantes o activistas, aunque el número es incierto porque el grupo se estructura de una forma difuminada en el territorio y no hay una jerarquía clara; el grupo tiene un líder ideológico (y se sospecha que también operativo) llamado Abu Bakar Bashir, el resto del grupo se organiza en células casi independientes entre sí (Council on Foreign Relations, 2009). El grupo tiene poca incidencia en territorio filipino ya que ha actuado más en territorio malayo e indonesio. En Filipinas, JI tiene una estrecha relación con el grupo Abu Sayyaf, algunos integrantes de JI han sido entrenados en sus campos, y los han usado como base en ocasiones (Consejo de Seguridad de la ONU, 2018).
El grupo tiene difícil cumplir sus objetivos ya que con tan pocos militantes la organización no puede hacer frente a los gobiernos centrales de Malasia, Indonesia y Filipinas. Los ejércitos de estos países tienen 80.000, 233.000 y 85.000 efectivos respectivamente (sólo en los ejércitos de tierra) (Golpe, 2014). Los objetivos que tiene JI son desproporcionados a sus capacidades verdaderas, es por eso que solamente les queda la vía del terrorismo y las extorsiones para sobrevivir como organización y para darse a conocer. La única forma de
conseguir la proclamación efectiva del nuevo estado sería por métodos democráticos en que una amplia mayoría de sus poblaciones pidiera algo parecido (y en ese caso el grupo no sería el protagonista del cambio). El grupo Jemaah Islamiyah es reconocido como grupo terrorista por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por sus acciones en los tres países antes mencionados, estatus que dificulta cualquier negociación con los estados implicados en el conflicto.
El grupo no tiene ningún control de territorio, tiene bases clandestinas en regiones muy diversas del sureste asiático pero en ningún momento actúa como gobierno paralelo ni mucho menos (como sí hizo el MILF en la década de los 80 en regiones de Mindanao).
Frente Moro de Liberación Islámica
El MILF ha sido el actor no estatal más relevante en las últimas décadas del conflicto, ha reivindicado la independencia del pueblo moro. Desde la década de los 80, el grupo armado ha mantenido negociaciones con el Gobierno filipino, ha podido presionar debido a que en ese momento la organización ejercía un control total sobre ciertas zonas de Mindanao. Ha tenido el poder necesario para que en 2010 sustituir (de forma bilateral) la Región Autónoma del Mindanao Musulmán (ARMM, Autonomous Region of Muslim Mindanao) por una nueva entidad llamada Bangsamoro, que reparte las competencias de cada gobierno de una forma más justa según el MILF. El nuevo Bangsamoro permitirá varios sistemas judiciales en la región (para musulmanes y para no-musulmanes) (Stanford University, 2015). Al mismo tiempo que Bangsamoro era creada, la organización armada ha declarado que su objetivo ya no era la independencia completa, los militantes han podido entregar las armas al Gobierno filipino a cambio de su reinserción en la sociedad civil.
El éxito de las negociaciones no hubiera sido posible sin el hecho de tener control de territorio por parte del MILF; para el Gobierno filipino la creación de una región autónoma y la cesión de competencias ya no representaba una pérdida de soberanía sino que representaba una opción viable para disuadir al mayor grupo paramilitar no estatal de seguir actuando, calmando así la situación en el país y en concreto en Mindanao.
Frente Moro de Liberación Nacional
El MNLF tenía como objetivo la independencia del Bangsamoro y fue el actor no estatal hegemónico en la década de los 70. Llegó a tener hasta 30.000 militantes en 1975 (Stanford University, 2015) y constituía un gran peligro para la estabilidad del Gobierno filipino, pero a partir de 1978, cuando se produjo la escisión que resultaría MILF, el MNLF se debilitó en cuanto a número de militantes. Algunas derrotas militares contra el Gobierno filipino lo debilitaron aún más y perdió definitivamente el poder que después pasaría a manos del MILF para forzar negociaciones. A principios de los 90 hubo también un traspaso importante de militantes del MNLF hacia Abu Sayyaf, que se presentaba más extremista y determinante con la cuestión mora (Stanford University, 2015). Si el grupo hubiera mantenido sus 30.000 militantes habrían podido negociar como lo hizo el MILF en 2010 con el Gobierno filipino. Actualmente la organización conserva unos 8000 militantes y muchas armas aunque, como el MILF, está perdiendo militantes desde que se desmovilizó en 1996 (Stanford University, 2015).
Se podría decir que sus objetivos se han cumplido con la creación (por pactos entre el MILF y el Gobierno filipino) del Bangsamoro ya que desde la decadencia del grupo a finales de los 70, el MNLF ha expresado que su objetivo era una región autónoma del pueblo moro. El MNLF se opuso a la creación del ARMM (Autonomous Region of Muslim Mindanao) en 1989 por no haber sido ni siquiera consultado en la creación de la misma. La organización ha reaccionado de forma no unitaria ante el pacto MILF-Gobierno filipino. Aunque el pacto excluye al MNLF, algunos militantes se han posicionado a favor ya que el objetivo buscado era justamente el Bangsamoro como región autónoma con competencias cedidas por parte del Estado; por otra parte, otras facciones del MNLF se posicionan en contra del pacto.
Combatientes de Bangsamoro por la Libertad Islámica
El BIFF (Bangsamoro Islamic Freedom Fighters), grupo de ideología yihadista salafista y separatista mora cuyo objetivo es establecer una Nación Mora confesional que se rija oficialmente por la ley Sharía, surgió en 2010 como resultado de una escisión del sector más extremista del MILF, en diferir con la aceptación por parte de este último de la oferta de autonomía de la Nación Mora hecha por el gobierno filipino, en vez de decantarse por la lucha para la total independencia de la Región Mora de Mindanao.
La estrategia seguida hasta ahora por la organización ha pasado por atacar fuerzas gubernamentales y objetivos civiles, especialmente para minar el diálogo de paz entre el MILF y el Gobierno filipino. (Stanford University, 2015)
Con todo ello, podemos sacar en claro que el BIFF se vería en una situación de inferioridad en caso de que el MILF y el Gobierno filipino decidan hacer frente a la acción de la organización comúnmente calificada de terrorista, (UK Government, 2018 y US Government, 2017) pues ni en materia de financiación, militantes ni apoyo externo el BIFF podría hacer frente al MILF, y aún menos al Gobierno filipino.
Como dato representativo, enfrentemos a los 300 militantes que los expertos atribuyen al BIFF, con los 10.000 que conforman las filas del MILF en 2015 (Stanford University, 2015) y las 172.500 unidades de personal activo que conformaban las filas del ejército filipino en 2017 (Global Fire Power, 2017).
También es una buena referencia el apoyo externo con el que cuenta cada actor: el BIFF ha recibido apoyo externo de Al-Qaeda, únicamente (a pesar de la malograda declaración de lealtad a Estado Islámico), mientras que el MILF ha estado recibiendo apoyo económico externo de actores tan importantes a nivel global como Al Qaeda, estados como Arabia Saudita o Irán, u diferentes entidades de apoyo a grupos islamistas. El gobierno de Filipinas, por su parte, tiene a otros actores como son los Estados Unidos de América brindándole apoyo (Stanford University 2015).
Además de todo ello, el BIFF solamente muestra presencia en tres pequeñas regiones del sur de Filipinas, donde posee algunas bases cercanas. A pesar de todo, cabe decir que ninguna fuente señala la organización controle completamente ningún territorio (Stanford University, 2015).
Facción comunista (Partido Comunista de Filipinas y Nuevo Ejército del Pueblo)
La facción comunista presente en el territorio nacional, compuesta por el Partido Comunista de las Filipinas y su rama armada, el Nuevo Ejército del Pueblo, fundados respectivamente en los años 1968 y 1969, han batallado desde sus inicios por conseguir una revolución popular con el objetivo final de imponer un estado socialista en toda Filipinas, hecho este por el que no limita su ámbito de actuación solamente a la región mora del sur del país.
El grupo insurgente se ha mostrado como uno de los más capaces de captar militantes. Este hecho se puede palpar en informes como el realizado por la Universidad de Stanford, dentro del marco de investigaciones Mapping Militant Organizations, donde se nos dice que el CPP-NPA ha propiciado “la mayor base insurgente comunista del mundo” (Stanford University, 2015).
La organización (el CPP-NPA conjuntamente) es designada por Estados Unidos como grupo terrorista desde el año 2002 (US Government, 2018). Esto no solo se debe a la oposición de EE.UU. a organizaciones revolucionarias de este cauce y al apoyo que brinda, contrariamente, al Gobierno de Filipinas: cabe no olvidar los 6 atentados considerados de importancia mayor, con un balance total de aproximadamente 30 muertos. En el año 2013, por ejemplo, un tercio de las muertes fruto de un acto terrorista fueron reivindicadas por la organización.
Pasando ya al terreno del análisis basado en los indicadores, cabe decir que la facción comunista, en su cúspide, alrededor del año 1987, se mostró, junto al MNLF, como una de las alternativas más fuertes frente al Gobierno filipino, llegando a contar, respectivamente, con 25.000 y 30.000 militantes en sus filas (Stanford University, 2015 y Soliman M., 2010: 74). A pesar de ello, el grueso del Ejército del Estado central siempre ha sobrepasado sobradamente al de cualquier organización sublevada (Global Fire Power, 2017).
La facción ha recibido apoyo externo de partidos o entidades de ideología similar tanto en materia de activos, armamento, financiación, etc. cómo podrían ser el Ejército Rojo Japonés, la República Popular China o la Organización para la Liberación de Palestina (Soliman, 2010), entre otros actores más controversiales y menos probados como el régimen comunista de Corea del Norte (Jarasa, 2017).
En cuanto a la materia del control de territorio, se debe destacar que la organización estuvo activa en un 5% de las municipalidades filipinas en el año 2002, cuando la facción, y ya desde los años, vivió un repunte en su actividad y fuerza. Más tarde, en el año 2006, el grupo clamaba estar presente en 70 de las 79 provincias del Estado.
Con lo que respecta al armamento, la organización siempre ha poseído entre 5.500 y 6.500 unidades, unas cifras considerables en relación con el número de activos. Todo ello ha venido financiado por impuestos revolucionarios, es decir chantajes, lo que mina la popularidad de cualquier organización o ente, o por tasas de campaña, con lo que, en contrapartida al punto anterior, gana peso en el juego político, pues los partidos a los que están cediendo permisos seguro que ofrecerán una cierta promoción de la entidad (Soliman, 2010).
Todo ello, a pesar de conformar unas cifras nada deplorables en diferentes materias, nos conduce a la conclusión que debido al control de la organización de ciertas partes del territorio (más como control entendido como concepto de dominación que como apoyo y aceptación por parte del pueblo), su causa no cuenta con suficiente concienciación y movilización ciudadana como para triunfar, en una zona donde el subdesarrollo es un campo de cultivo para los movimientos contra el gobierno, pero en una zona al Sur de Filipinas donde la lógica revolucionaria ha venido dominada históricamente por las diferentes reivindicaciones de los diferentes grupos representantes de la identidad minoritaria mora.
Abu Sayyaf
El grupo de carácter islamista Abu Sayyaf, en comunión con los objetivos del BIFF (con quien a menudo actúa conjuntamente), también anhela el establecimiento de una Nación Mora de carácter confesional con la ley sharía como oficial.
La organización no presenta un número significativo de militantes en entre sus filas, pues se calcula que se compone de unos 200 a 400 activos, llegando en su cenit a contar con más de 1000 afiliados (Casalo, 2011). A pesar de ello, podemos hallar una flaqueza en las fuerzas de la organización en el hecho de que se contrate a mercenarios para engordar sus filas.
En cuanto a la financiación, en cambio, sí que cabe resaltar que la organización ha estado respaldadas económicamente por Al-Qaeda, el ISIS y activistas de estados como Malasia e Indonesia. La principal fuente de financiación de la organización, por otra parte, es la extorsión a través de secuestros, lo que promueve que la organización sea vista negativamente por el pueblo llano y mine su credibilidad y popularidad (Casasola, 2011, 43). Hecho que comulga también con el de que el grupo reciba la denominación de organización terrorista desde 1997, según el Gobierno de EE. UU. (US Government, 2018).
Con todo ello, la facción cuenta con apoyo de movimientos extremistas originarios de Oriente Medio y Asia Meridional, aunque cabe decir que no son muy fructíferos debido a la lejanía y difícil contacto con otras zonas controladas por grupos extremistas de ideología similar. En suma a todo ello, su área de actuación se extiende por cuatro regiones del Sur de Mindanao, añadiendo este hecho un mayor roce con las demás facciones sublevadas por el control de la zona (Casasola, 2011: 43).
El viejo-nuevo pivote estadounidense en Asia-Pacífico
Uno de los puntos clave del conflicto moro y de la insurgencia en la Filipinas es la implicación de Estados Unidos. ¿Sus capacidades y acciones en la región son suficientes como para considerar a los EE.UU. un actor principal en el conflicto que estamos analizando? Si es así, ¿qué intereses tiene? ¿a qué es debida tal implicación en el conflicto filipino?
La historia de Filipinas ha estado muy ligada a la de Estados Unidos pese a estar separados por todo el océano Pacífico. Después de la Guerra Hispano-estadounidense de 1898, siendo
esta ganada por los Estados Unidos, en el Tratado de París se acordó la venta de las islas por 20 millones de dólares entre otras cuestiones (Library of the Congress, 2011).
Después de la guerra con los españoles y los filipinos, los EE.UU. pasaron a ejercer su control sobre las islas, exceptuando las del sur, donde los moros se rebelaron contra la presencia norteamericana dando comienzo al conflicto que estamos analizando y que sigue hoy en día (Martin, 2008). Así pues, vemos que la implicación estadounidense en la denominada Bangsamoro viene de mucho tiempo atrás, puesto que les llevó algunos años a principios del siglo XX conseguir estabilizar la región.
Además, se puede argumentar que la génesis de la cuestión nacional del pueblo moro respecto al conjunto de las Filipinas fue en 1935, cuando el Gobierno de EE.UU. ofreció, en el contexto de la descolonización, una mancomunidad (o Commonwealth en inglés) a esta colonia con la posterior posible independencia en 1946. Así pues, la potencia había conformado el futuro “estado-nación” sin tener en consideración a las aspiraciones nacionalistas moras del sur (Martín, 2008).
Con el Tratado de Manila, después de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación japonesa, Estados Unidos reconoció la independencia y soberanía total de la nueva República, exceptuando ciertas posesiones indeterminadas, en caso de que fuera necesario para la protección de ambos países, con lo que se infiere que se trataría de bases militares o similares en suelo filipino (Treaty of Manila, 1947).
Más adelante, ex-metrópolis y excolonia acuerdan el Tratado de Defensa Mutua de 1951 donde explicitan que una agresión a una parte sería respondida debidamente por la otra (Molano, 2017). Además, dice que las partes tomarían acciones conjuntas en caso de amenaza a la “integridad territorial” entre otros (Mutual Defense Treaty, 1951: Artículo III), cosa que podríamos aplicar a la insurgencia mora del sur, ya que atentan militarmente contra la integridad de la República.
Durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, en la Guerra Fría, Filipinas sirvió para Estados Unidos como un pivote aliado no comunista en la región del Sureste Asiático (Emmers, 2005: 4), además de ayudar al Gobierno a luchar contra la insurgencia comunista (para más información sobre la Guerra Fría y el Sureste Asiático véase Iacobelli, Cribb et al, 2018) pero, después de la caída del bloque socialista y la apertura de los remanentes países comunistas asiáticos, ¿qué interés tiene EE.UU. en Filipinas?
En 1991 el Senado filipino votó a favor de la no renovación del Acuerdo de Bases Militares de 1947 (Shenon, 1991) y pondría fin a la presencia militar directa de Estado Unidos en la República de Filipinas con el cierre de sus bases militares (Avila y Goldman, 2015: 1-2). Pero más tarde, en 1998 los Gobiernos filipino y estadounidense firmaron el Acuerdo de Fuerzas Visitantes que permitiría la presencia militar limitada y temporal de EE.UU. sin poder entrar en combate y para operaciones y ejercicios conjuntos con el Ejército filipino (Lum y Dolven, 2014: 12).
Sin embargo, vemos que con la irrupción del yihadismo global – plasmado en el atentado del 11-S de 2001 - y la subsecuente guerra contra el terror de los Estados Unidos del presidente
Bush hijo Filipinas volvería a ser un escenario de implicación militar estadounidense. En el año 2002, Estados Unidos envió a Mindanao el “despliegue de tropas estadounidenses más grande en el exterior desde Afganistán” (Gilbert, 2017: 10). Asimismo, vemos como Estados Unidos se ha implicado aún más en el conflicto de Filipinas con la creación del cuerpo especial Joint Special Operations Task Force – Philippines (JSOTF-P) en 2002, en el contexto de la Operación Libertad Duradera (Enduring Freedom Operation), donde también se ve la implicación militar estadounidense en el sur del país asiático apoyando la Fuerzas Armadas filipinas con varias decenas de tropas para combatir el terrorismo, concretamente a organizaciones como Abu Sayyaf (Robinson, Johnston et al, 2016: 37-41).
Además, aparte de llevar a cabo ejercicios de entrenamiento conjuntos con las fuerzas militares filipinas, el Gobierno de Estados Unidos ha intentado atenuar el conflicto moro mediante el USIP (United States Insitute for Peace), incidiendo en el proceso de paz y el diálogo entre el Gobierno filipino y el MILF (Gilbert, 2007: 10-11).
Por otra parte, el Gobierno de Filipinas ha sido el que más ayuda financiera ha recibido de Estados Unidos de la región de Asia Oriental y Pacífico con más de 36 millones de dólares en ayudas económicas y militares, por delante de Vietnam e Indonesia con alrededor de 15 millones de dólares cada uno (Security Assistance Monitor, 2018a). Y en cuanto a número de personal militarmente entrenado por EE.UU. Filipinas se encuentra segunda en la misma región con 767 entrenados, solo superada por China-Taiwán (Security Assistance Monitor, 2018b).
Un ejemplo de la implicación estadounidense en el conflicto moro es la batalla de la ciudad de Marawi en 2017, donde grupos ligados al Estado Islámico como Maute y Abu Sayyaf ocuparon el centro urbano y las Fuerzas Armadas de Filipinas los combaten. Como sería ilegal que tropas extranjeras combatieran en suelo filipino, personal estadounidense asistió con inteligencia y apoyo técnico (Phippen, 2017), así como con vigilancia aérea, targeting militar (establecimiento de objetivos militares), espionaje y entrenamiento a las fuerzas oficialistas (Morales y Lewis, 2017).
Por otro lado, los intereses y la expansión de la China popular en las islas e islotes del Mar del Sur de China han hecho que Estados Unidos se implicasen aún más en Filipinas por miedo a la expansión futura de China en el Pacífico, intentando aumentar su presencia militar mediante bases en el área (Woolf, 2013). Esos intereses estadounidenses en época del presidente Obama chocaban con la oposición del presidente nacionalista filipino Duterte, sin embargo, con la llegada del presidente Trump en Washington D.C. Duterte ve con mejores ojos a la Administración estadounidense.
En relación con los motivos que llevaron y llevan a Estados Unidos a implicarse en el conflicto de Filipinas podemos observar que el inicio del conflicto fue provocado por la propia explosión de la nave Maine estadounidense en el puerto de la Habana por el mismo país. Por esa razón podemos hablar de un plan por parte de Estados Unidos para conseguir el control de territorios estratégicos en términos de comunicaciones, riquezas naturales, situación geográfica, etc. Una vez conseguido el poder sobre los territorios anteriormente españoles, realizaron un tratado de protección militar, establecieron el sistema económico del modelo americano: el capitalista, empezaron con la creación de una red de transportes (trenes, carreteras, etc.) y con la construcción de edificios públicos, dando así al país un aspecto más occidental. Por otro lado conseguían mayor atracción turística hacia Filipinas, otro gran pilar de la economía de este país asiático (Delgado, Casa Asia).
Inicialmente el poder sobre Filipinas suponía tener acceso directo a las rutas de la seda marítimas, uno de los productos más valorados ya que su producción era propia y exclusiva de China y Japón y solo existía la posibilidad de adquirirla comprándola al precio que estos impusieran, convirtiéndose así en un producto de lujo muy demandado por los comerciantes dentro del sector téxtil. Además, se convertía en ese momento en uno de los productos con más proyección en el mercado internacional. También suponía situar a Estados Unidos totalmente en el centro de la ruta de las especias y de la de maderas exóticas facilitando en gran medida los intercambios de estas a nivel mundial.
En conclusión, los americanos consiguieron la entrada directa en el mercado asiático e indirectamente abrirse todavía más al intercambio mundial. Su presencia se extendía por territorios muy ricos con mercados pobres y eso supuso poder explotarlos a precios muy bajos, además de poder ampliar su poder como futura potencia mundial. El sector primario era muy potente por la explotación de productos como la abacá, el coco, el aceite de coco, el azúcar, la madera y el tabaco, productos inexistentes o escasos en los Estados Unidos (Hisour).
Otro punto interesante que aportaba Filipinas a Estados Unidos eran las materias primas. Si tenemos en cuenta que un 36 por ciento de la riqueza del país asiático está compuesto por estas (Delgado, Casa Asia), vemos entonces que fue una de las grandes aportaciones e inputs que convertían Filipinas en un país estratégico para los estadounidenses. La extracción de materiales para luego poder usarlos en el proceso productivo en Estados Unidos ayudaba a disminuir los gastos que supone producir al poder acceder gratuitamente a las materias primas excluyendo así el gasto en conseguirlas. Además, su riqueza mineral situaba a Filipinas como uno de los países de más importancia dentro de las islas del Pacífico.
Por otra parte, los estadounidenses cambiaron las administraciones y economía que quedaron como resultantes de la ocupación española e impusieron su lengua y sus productos; así pues ampliaron mercado, ganaron más consumidores y aumentaron su riqueza y su producción para poder abastecer a este nuevo país ahora suyo (Lonely Planet, 2017).
Por lo tanto, podemos concluir que Estados Unidos es un país muy implicado en el conflicto con diversos operativos en suelo filipino dentro del marco de la guerra contra el terrorismo yihadista y con intereses tanto comerciales y económicos como estratégicos y geopolíticos ante el avance de China en la región.
Las incesables negativas filipinas a la implementación de la BBL
Hace más de 18 años que el Gobierno Filipino (GRP) está entre negociaciones y violencia interrumpida con el Frente Moro de Liberación Islámica (MILF) en busca de un acuerdo de
paz que deje atrás 40 años de conflicto armado en Mindanao, que ha quitado la vida a más de 120.000 personas (Dr. Rizal G. Buendia, 2015).
En 2012 el MILF renunció a la lucha armada y a la independencia a cambio de la creación de una región autónoma gobernado por el Gobierno de Bangsamro. Esta sería llevada a cabo a través de la conocida como Ley Básica de Bangsamoro (Bangsamoro Basic Law - BBL) en el marco del pre-aprobado CAB (Comprehensive Agreement of the Bangsamoro), firmado el 27 de Marzo de 2014. Pero esta ley ha creado grandes controversias desde su creación, hasta al punto de que a día de hoy, diciembre de 2018, aún no se ha aprobado. La complejidad política de la BBL no radica simplemente en su conformidad o inconformidad con los requisitos legales de la Constitución, sino en las repercusiones que ésta generaría en el ámbito político-económico de Filipinas y en los grupos insurgentes musulmanes radicales, los cuales representan una amenaza constante para la estabilidad política del país (grupos como Abu Sayyaf, el BIFF o el grupo Jemaah Islamiyah, anteriormente explicados) (Dr. Rizal G. Buendia, 2015).
La resolución del conflicto radica en la capacidad de dicha ley para abordar de manera concluyente la autonomía de la hasta ahora conocida como RAMM (Región Autónoma del Mindanao Musulmán), para llegar a un acuerdo donde ambas partes (el Gobierno y el MILF) salgan satisfechos y la lucha armada termine para siempre.
Contextualicemos el conflicto, en el día 27 de marzo de 2014, cuando el MILF y el gobierno filipino firmaron el CAB (Comprehensive Agreement on the Bangsamoro) que incorporaría también aquello acordado en el FAB (Framework Agreement of the Bangsamoro) del 2012. Las condiciones del CAB debían ser incluidas en la BBL (Vicenç Fisas, 2015: 148). Inicialmente, la agenda prevista para la implementación de la BBL constaba en la finalización de dicha en abril de 2014, cuya propuesta de ley Aquino III (el Presidente de Filipinas de 2010 a 2016) anunció que lo presentaría ante el Congreso con carácter de urgencia. Y, a la vez, un referéndum, previsto para 2015, en los territorios afectados por la BBL y, posteriormente, la sustitución de la RAMM por una Autoridad de Transición de Bangsamoro, que gobernaría hasta las elecciones de 2016. (Vicenç Fisas, 2015: 149).
En este contexto, el MILF declara que formará un partido político que se presentará a las elecciones de 2016 con el nombre de United Bangsamoro Justice Party.
La fecha para la aprobación de la BBL se va atrasando; el Presidente del Senado de aquel momento, Franklin Drilon, se compromete a aprobarla antes de acabar el año, cuando inicialmente estaba planificado que fuera en abril. Reconoce que esta medida ayudaría a resolver tensiones sociales, la infraestructura deficiente y la falta de desarrollo económico en la región. Pero Franklin también recordó a la Comisión de Transición de Bangsamoro (comisión mixta (GRP y MILF) encargada de redactar las leyes que formarían la Ley Bàsica de
Bangsamoro, la Constitución de la nueva entidad política, y que debían ser aprobadas en el Congreso. La comisión, formada en febrero de 2013, está compuesta por 15 miembros, 8 de los cuales fueron elegidos por el MILF y los 7 restantes por el Gobierno (Vicenç Fisas, 2015, pág. 148) que esta no debería enmendar la Constitución: “El Congreso, en el debate sobre la Ley Básica de Bangsamoro (BBL), no puede proponer enmiendas a la Constitución. Estamos limitados por las 4 esquinas de la Constitución” 1.
Las negociaciones entre ambas partes abordaron temas como el reparto de poder, el reparto de riqueza y la normalización (desarme, desmovilización y la reinserción de los combatientes del MILF). De acuerdo con la BBL, la nueva entidad política se diferenciaría de la RAMM, según Vicenç Fisas, en la medida que: “Bangsamoro garantizará el reconocimiento de la identidad del pueblo moro y su aspiración a autogobernarse, y tendrá una mayor extensión territorial y autonomía política y financiera que la actual RAMM, que casi no tenía capacidad impositiva y recaudatoria. Bangsamoro tendrá tribunales islámicos para la población musulmana, tribunales civiles para la población no musulmana y mecanismos e instancias judiciales particulares para garantizar los derechos de los pueblo indígenas de la región. En cuanto a la extensión territorial, Bangsamoro cubrirá los territorios de la actual RAMM e incorporará las ciudades de Isabela y Cotobato, 6 municipios de Lanao del Norte y 39 barangay2 de 6 municipios de Cotobato”.3 Acorde con estas condiciones, territorios hasta entonces pertenecientes al gobierno central de Filipinas, pasaban a formar parte de Bangsamoro. The Asia Foundation, una organización internacional focalizada en el desarrollo de los países asiáticos, llevó a cabo, junto con Social Weather Stations (SWS), unas encuestas en la población filipina. Steven Rood, representante de Filipinas en dicha organización, reveló que todos los territorios propuestos para formar parte de Bangsamoro, estaban de acuerdo con la aprobación de la BBL (Rood, 2015).
Y aquí surge el primer choque de intereses entre el gobierno (más concretamente las cambras del Senado y el Congreso) y los partidarios de la aplicación de la BBL; la pérdida de dominio sobre más territorios de los que ya habían aceptado en 1989 con la creación de la RAMM y con sus expansiones hasta el 2002: “La creación de la RAMM se consagró en la Constitución de 1987, se estableció por el Acta de la República 9054 y se implementó en 1989, el ARMM está ahora compuesto por las provincias de Basilan, Lanao del Sur, Maguindanao, Sulu y Tawi-Tawi, y las ciudades de Marawi y Lamitan” (Gobierno de la
1 Macaraig, A. 2014, ‘Congress commits to pass Bangsamoro law this year’. Disponible en: https://www.rappler.com/nation/49834-congress-commits-to-pass-bangsamoro-law-this-year [8 de diciembre 2018].
2 Barangay: barrio, pueblo, menor unidad de gobierno en Filipinas.
3 FISAS, Vicenç (2015). Anuario de procesos de paz, Barcelona, Icaria Editorial, pp. 149. Disponible en: https://escolapau.uab.es/img/programas/procesos/15anuarie.pdf [7 de diciembre 2018].
RAMM, 2018)4 (para más información consultar enlace https://armm.gov.ph/discover-armm/history/).
La pérdida de territorio no conlleva tan solo la pérdida de poder y del control de esa parte de la población, sino también implica la pérdida del control de los recursos naturales de la región. Mindanao es conocido por ser rico en petróleo, carbón, gas natural y uranio; también reservas de agua y una gran capacidad agricultora.
Por este motivo, a 5 meses para terminar 2014, el gobierno aún no había implementado la BBL, ni parecía haber intenciones inmediatas de hacerlo, ya que la ley estaba estancada en el Tribunal Supremo. El motivo: la supuesta necesidad por parte de esta institución de muchas clarificaciones; los senadores (en su mayoría cristianos) se quejaban que esta ley atribuiría al nuevo Gobierno de Bangsamoro muchas competencias propias del Gobierno Central. Creando así, un sub-estado en vez de una región autónoma mejorada. En un discurso de graduación en el Gordon College en la ciudad de Olongapo, la senadora Miriam Defensor Santiago dijo que el acuerdo violaba severamente el principio de supremacía constitucional y disminuía la soberanía del Gobierno. Acusó a la Oficina del Presidente de haber estado negociando con la Comisión de Transición en nombre de todo el Gobierno cuando esta solo representa una de las ramas; la ejecutiva. Mientras la legislativa y la judicial no tienen ninguna obligación a seguir con dichas negociaciones.
Con este argumento, por lo tanto, calificaban a la BBL de ilegal y así la desacreditaban en el Tribunal Supremo, como ya se hizo en 2008 con la Memorando de Acuerdo sobre Dominio Ancestral (MOA-AD), que tenía por objetivo la implementación de la paz global en un margen de 15 meses, cuya firma y, por lo tanto, oficialidad (Ayee Macaraig, 2014).
Las controversias en las negociaciones de la BBL surgieron en la repartición de competencias (sobre cuáles serían controladas por el Gobierno de Bangsamoro y cuáles por el Gobierno central) en tanto que ésta generaba una serie de preguntas que no quedaban resueltas: ¿Qué alcance de poder tendrá Bangsamoro para crear Gobiernos Locales Unidos (LGU) dentro de su territorio, si el Congreso tiene el poder de crear nuevos distritos legislativos?
Sobre los derechos preferenciales en las aguas de Bangsamoro y las zonas de cooperación, se discutía que la protección ambiental de los recursos hídricos dentro de las áreas de Bangsamoro quedarían como competencias compartidas. Pero según la Sección 3, artículo V de la BBL entregada por la Comisión de Transición; “El Gobierno de Bangsamoro tendrá autoridad exclusiva para regular las competencias en generación de energía, transmisión y distribución que opera exclusivamente en Bangsamoro y no está conectada a la red de transmisión nacional.” (Mohagher Iqbal, 2014).
En el caso puesto en evidencia por Naguib Sinarimbo, secretario ejecutivo de la RAMM y negociador en el Comité de Transición de lado del MILF, en relación a los minerales
estratégicos, parecía que el gobierno estaba también en contra de aquello negociado con el MILF durante la elaboración de la BBL. Según la BBL aprobada por el Congreso y anteriormente supervisada por el gobierno filipino, Bangsamoro debía actuar conjuntamente con Filipinas en las acciones de exploración, desarrollo y uso de los combustibles fósiles, como el petróleo, el gas natural y el carbón, y del uranio que contienen los territorios delimitados por la región mora. Es decir, oficialmente tendría autonomía para decidir sobre los minerales a excepción de los estratégicos. Según Naguib Sinarimbo los recursos deberían ser clasificados en estratégicos o no con antelación, porque todos ellos podrían resultar serlo y el poder judicial bangsamoro no tendría nada en su mano. (Arguillas, 2015).
Estos aspectos eran unos de los que provocaban este choque de intereses para el control de los recursos naturales del territorio.
Otras cuestiones eran quién prevalecería en caso de contradicción mutua o de diferencias en planos de desarrollo, entre el Congreso de Filipinas o el Foro del Parlamento de Bangsamoro. O si la policía de Bangsamoro estaría aún bajo el control directo del jefe de la PNP.
Otros factores que podían perjudicar la implementación de la BBL, a parte de la paralización del acorde por parte del Tribunal Supremo, por todas las preguntas que acabamos de exponer, eran: grupos políticos cristianos, cada vez más influyentes, que se oponían al tratado para ganar votos en las futuras elecciones nacionales del 2016.
Militantes Islamistas extremistas, que se oponían al acorde en favor de la independencia y se negaban a reconocer los tratados de paz entre el MILF y el Gobierno de Filipinas. Grupos como el BIFF (Bangsamoro Islamic Freedom Fighters), Abu Sayaff o el Grupo Maute (Angela Casauay, 2014).
Cuando finalmente el Congreso y al Senado tramitaron su versión de la BBL, era muy distinta a la que el Comité de Transición había redactado. Lo cual creó grandes desavenencias entre los militantes y seguidores del MILF y el gobierno, al cual acusó de haber intentado diluir la primera versión de la BBL creada por la Comisión de Transición de Bangsamoro y pidió al Congreso que la aceptaran la ley tal y como estaba (Angela Casauay, 2015).
Conclusión
El conflicto en las Filipinas, y concretamente en este trabajo, el conflicto moro, es una cuestión compleja por su multiplicidad de actores y de diferencias entre ellos y por la dificultad de encontrar información y estudios sobre este tema. A pesar de ello, en este artículo se ha buscado encontrar respuestas a las preguntas suscitadas al comienzo del trabajo.
En cuanto a las facciones insurgentes, el principal foco de conflicto en el país en las últimas décadas de conflicto, cabe decir que ninguno de los grupos armados analizados por separado ha tenido capacidad de vencer al ejército de la República de Filipinas (apoyado por los Estados Unidos) frente a frente. Pero sí que entre todos han puesto en jaque la soberanía y el control sobre el territorio en algunas ocasiones, cosa que ha establecido ciertas prioridades en la agenda política del país y ha forzado al gobierno a pactar (con los grupos menos extremistas) y encontrar una solución intermedia entre la independencia total y el statu quo.
Como potencia hegemónica mundial, Estados Unidos tiene intereses en todas las partes del mundo, pero concretamente la superpotencia busca mantener una posición dominante en las regiones clave estratégicamente del planeta, y Asia-Pacífico lo es y aumentará su importancia en el futuro. Además de que Filipinas pueda tener importantes recursos y materias primas considerables, los sucesivos Gobiernos de Estados Unidos han querido y quieren mantener ese liderazgo político y militar y hasta cultural e ideológico, así pues todo cuestionamiento a ese liderazgo, simbolizado en el país Asiático por el Gobierno filipino aliado, ya sea comunista, nacionalista o islamista, encontrará de frente al poder de los Estados Unidos.
En relación a la BBL y a los intereses de Filipinas en los territorios del pueblo moro, hay ciertos aspectos del proceso de implementación de los acuerdos que nos confirman dichos intereses. Como es el caso de los minerales, o el de los recursos hídricos. Sin embargo, la falta de información disponible nos ha supuesto una desventaja en cuanto a la confirmación de esta hipótesis. De todos modos, creemos que merece la pena destacar la ineptitud de Filipinas en su conjunto (poder judicial, legislativo y ejecutivo, a pesar de los esfuerzos de éste último) por resolver el conflicto del pueblo moro que se remonta al siglo XX.
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