Nosotros,
los de letras
Nosotros,
los de letras. Aquellos fracasados. Aquellos jinetes de la lengua, surcando las
nubes de letras, bañando la pluma en un mar de palabras. Aquellos detectives
del pasado, descifrando enigmas de la historia ocultos entre pedazos de
pergaminos de tiempos remotos. Aquellos científicos del porqué más absurdo, cuestionándose
la mera existencia de esta hoja de papel, viajando por el universo de las
preguntas sin respuesta. Aquellos matemáticos de la moneda, analizando lo que
mueve al mundo hoy en día, prediciendo los futuros altibajos de las cordilleras
de valores. Aquellos carpinteros de la sociedad, buscando cómo vivir en
comunidad, moviendo masas con la promesa de un futuro mejor. Aquellos mensajeros
de la verdad, proclamando a los cuatro vientos los hechos acaecidos, influyendo
en la opinión de las gentes. Aquellos caballeros de la ley, defendiendo los
derechos y deberes a capa y espada, luchando por la herencia de las XII Tablas
romanas. Aquellos investigadores de la personalidad, desengranando los secretos
del comportamiento humano, contemplando las rarezas de la mente. Aquellos cartógrafos
del mundo, relacionando los conocimientos de todas las facetas de la sociedad
global, comprendiendo la humanidad en su totalidad. Aquellos fracasados.
El mundo es
cada vez más tecnológico, y por ello se piensa que nosotros, los de letras, no tenemos
cabida en él. Pero quisiera coger la pluma y escribir: si el futuro no nos pertenece
también a nosotros, ¿por qué deberíamos avanzar tecnológicamente si la
humanidad deja de ser humana?
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