Manifiesto
Cosmopolita
Desde hace siglos la Humanidad ha visto cómo los pueblos
del mundo se masacraban entre sí por razones de religión, etnia, ideología, clase
y poder. En el siglo pasado fuimos testigos de dos de las mayores atrocidades
de la Historia mundial; la Primera Guerra Mundial, o la supuesta “guerra que
acabaría con todas las guerras”, incidió con su flagelo a gran parte de la
Humanidad. Para evitar futuras desgracias como esa, algunos países se unieron
en la Sociedad de Naciones, pero como es bien sabido pocos años más tarde la
Segunda Guerra Mundial golpeó de nuevo los pueblos del mundo, y junto a ella
las atrocidades genocidas nacionalsocialistas, fascistas y de otras índoles. Esta
vez las Naciones Unidas llevaron ciertamente a uno de los periodos de ausencia
de guerras globales más largo e importante de nuestra existencia. Sin embargo, el
mundo de hoy en día sigue padeciendo de conflicto armado y no disfruta de plena
paz. Las guerras afectan de forma aberrante mucho más a la población civil, a
los inocentes, que a los que las hacen. Por
eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la Humanidad ha visto como los seres
humanos éramos dominados por la naturaleza y por el clima, la Naturaleza nos
mataba. Hoy en día, con las sucesivas revoluciones industriales somos nosotros
quien estamos matando a la Naturaleza. La producción masiva, los gases de
efecto invernadero, la extracción de recursos naturales, están haciendo que el
cambio climático sea cada vez más irreversible e inevitable. Debemos dejar de
destruir nuestro planeta, porque del contrario nosotros seremos destruidos, la
Tierra se volverá inhabitable y las formas de vida que conocemos morirán, estas
afirmaciones no son elucubraciones, son hechos, son certezas. Los
estados-nación no pueden lidiar con este problema, la transición ecológica es
un reto global ante el cual hace falta una respuesta global. Por eso es necesaria una Confederación
mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la pobreza ha sido el estado natural
del ser humano, pero gracias a diferentes cambios de paradigma muchos pueblos y
naciones han visto florecer la riqueza entre sus ciudadanos. Sin embargo, esta
riqueza aún no ha llegado a las manos de la gran mayoría de la población
mundial. Regiones enteras están devastadas por la pobreza y la miseria; y junto
a ellas las enfermedades, el subdesarrollo y la dependencia ante las naciones
ricas. Es hora de que los ojos de todos los ciudadanos del mundo vean los
frutos de la nueva riqueza, es hora de acabar con de explotación económica y
comercial al denominado Tercer Mundo y a las regiones pobres; porque cabe decir
que no son países en vías de desarrollo, son países pobres, hace falta aceptar
la realidad, por muy dura que sea, para empezar a cambiar las cosas. Gigantes
de las finanzas, la tecnología y de la empresa, aliados con los gobiernos
corporativistas de las naciones ricas, se aprovechan de la anarquía global, de
la ausencia de un árbitro por encima de los estados-nación para velar por sus
propios intereses económicos y de poder a través de la corrupción internacional
y el comercio abusivo entre países; organizaciones intergubernamentales como el
Banco Mundial, el FMI o la OMC solo representan los intereses de las grandes
potencias del mundo desarrollado y de los gigantes de las finanzas y las
corporaciones multinacionales. Por eso es
necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos los individuos y los pueblos han visto sus
derechos pisoteados por todo tipo de tiranos, emperadores, reyes, papas,
dictadores, nobles, militares. Con las primeras luchas por los derechos
individuales del liberalismo político, gracias a las revoluciones inglesa,
americana y francesa entre otras, hoy en día en muchos países del mundo vivimos
bajo la protección de estos derechos y libertades individuales. Con la lucha de
los trabajadores durante los siglos XIX y XX se consiguieron muchos derechos
colectivos y cierto bienestar social en muchos países del mundo. Con la lucha
de diversos movimientos sociales en los siglos XX y XXI, hoy en día en muchos
países se está viviendo la liberación de la mujer, de las minorías sexuales y
de género, y de las razas y etnias estigmatizadas. Sin embargo, en gran parte
de las naciones, las personas no gozan de estos derechos y libertades. Los
Derechos Humanos establecidos en la Declaración Universal de las Naciones
Unidas son menoscabados sistemáticamente por muchos estados-nación y por
gobernantes autoritarios, así como por las sociedades mismas. La Organización
de las Naciones Unidas, pese a su voluntad y esfuerzo contra esta lacra, no
puede acabar con ella. Por eso es
necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la delincuencia y el crimen han azotado
las sociedades humanas de diversas formas. Desde las diferentes formas de
gobierno antiguas hasta el estado-nación se ha podido combatir contra éstos.
Pero desde hace relativamente poco en la historia de la humanidad, han
aparecido o se han extendido nuevas formas de crimen, como son el terrorismo,
el narcotráfico, la evasión de impuestos y la corrupción globales. Debido a la
globalización han surgidos grupos terroristas como los fundamentalistas islámicos,
las bandas de delincuentes internacionales vinculadas muchas veces al
narcotráfico o a la trata de blancas y a nuevas formas de esclavitud. También
se ha dado paso a la evasión fiscal y la corrupción internacional, porque
cuando el dinero traspasa fronteras es muy difícil perseguirlo, así como el
crimen. Los estados-nación, y las organizaciones intergubernamentales actuales
no pueden luchar efectivamente contra estos tipos de crimen; si el terrorismo y
el crimen son globales, son necesarias respuestas globales. Por eso es necesaria una Confederación
mundial, democrática, efectiva y soberana.
En este Manifiesto se expone la propuesta de una
Confederación constitucional, una estructura institucional que deje atrás la
antigua lógica de los estados-nación. Esta estructura supranacional debe estar
basada en los Derechos Humanos, debe ser un estado de Derecho, Democrático,
Social, Libre y Laico. La Constitución debe estar acorde con la tradición y los
valores republicanos, como la separación de poderes, la Justicia, los derechos
colectivos e individuales, la libertad, la igualdad y la fraternidad.
La Confederación debe tener establecidas
constitucionalmente ciertas competencias y limitaciones para las grandes
cuestiones globales. Estas son: el medio ambiente, la paz y la seguridad, la
economía y el comercio internacionales, los Derechos Humanos y la Justicia mundial.
El resto de las competencias serán de los estados integrantes. El factor clave
de la Confederación es que ésta sea efectiva y soberana para aplicar realmente
las diferentes medidas, ya que hoy en día las Naciones Unidas no son capaces de
hacerlo, porque no tiene soberanía y casi todas las decisiones de ésta no son
vinculantes, y en las que lo pueden ser las grandes potencias tienen poder de
veto. Cabe crear estructuras democráticas mundiales, como una asamblea
representativa, un consejo ejecutivo y una rama judicial efectiva para delitos
internacionales y contra la Humanidad como hay hoy en día ya establecida.
Por todas estas razones expuestas, es necesaria una
Confederación sucesora de las Naciones Unidas, organización que resalta por su
incapacidad de acción y de tomar decisiones, por sus carencias democráticas,
por su lentitud, y por la falta de voluntad de sus estados-miembro. Hace falta
una integración global, aliada con la democracia directa y la representativa,
para afrontar problemas y retos de alcance global. Un nuevo mundo acecha, y
para él un nuevo sistema mundial ha de ser construido.
Por la Humanidad
Por la Paz y la Libertad
Por la Fraternidad entre los
Pueblos
Por la creación de la
Confederación Cosmopolita
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