dilluns, 23 de desembre del 2019

Manifiesto Cosmopolita


Manifiesto Cosmopolita


Desde hace siglos la Humanidad ha visto cómo los pueblos del mundo se masacraban entre sí por razones de religión, etnia, ideología, clase y poder. En el siglo pasado fuimos testigos de dos de las mayores atrocidades de la Historia mundial; la Primera Guerra Mundial, o la supuesta “guerra que acabaría con todas las guerras”, incidió con su flagelo a gran parte de la Humanidad. Para evitar futuras desgracias como esa, algunos países se unieron en la Sociedad de Naciones, pero como es bien sabido pocos años más tarde la Segunda Guerra Mundial golpeó de nuevo los pueblos del mundo, y junto a ella las atrocidades genocidas nacionalsocialistas, fascistas y de otras índoles. Esta vez las Naciones Unidas llevaron ciertamente a uno de los periodos de ausencia de guerras globales más largo e importante de nuestra existencia. Sin embargo, el mundo de hoy en día sigue padeciendo de conflicto armado y no disfruta de plena paz. Las guerras afectan de forma aberrante mucho más a la población civil, a los inocentes, que a los que las hacen. Por eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la Humanidad ha visto como los seres humanos éramos dominados por la naturaleza y por el clima, la Naturaleza nos mataba. Hoy en día, con las sucesivas revoluciones industriales somos nosotros quien estamos matando a la Naturaleza. La producción masiva, los gases de efecto invernadero, la extracción de recursos naturales, están haciendo que el cambio climático sea cada vez más irreversible e inevitable. Debemos dejar de destruir nuestro planeta, porque del contrario nosotros seremos destruidos, la Tierra se volverá inhabitable y las formas de vida que conocemos morirán, estas afirmaciones no son elucubraciones, son hechos, son certezas. Los estados-nación no pueden lidiar con este problema, la transición ecológica es un reto global ante el cual hace falta una respuesta global. Por eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la pobreza ha sido el estado natural del ser humano, pero gracias a diferentes cambios de paradigma muchos pueblos y naciones han visto florecer la riqueza entre sus ciudadanos. Sin embargo, esta riqueza aún no ha llegado a las manos de la gran mayoría de la población mundial. Regiones enteras están devastadas por la pobreza y la miseria; y junto a ellas las enfermedades, el subdesarrollo y la dependencia ante las naciones ricas. Es hora de que los ojos de todos los ciudadanos del mundo vean los frutos de la nueva riqueza, es hora de acabar con de explotación económica y comercial al denominado Tercer Mundo y a las regiones pobres; porque cabe decir que no son países en vías de desarrollo, son países pobres, hace falta aceptar la realidad, por muy dura que sea, para empezar a cambiar las cosas. Gigantes de las finanzas, la tecnología y de la empresa, aliados con los gobiernos corporativistas de las naciones ricas, se aprovechan de la anarquía global, de la ausencia de un árbitro por encima de los estados-nación para velar por sus propios intereses económicos y de poder a través de la corrupción internacional y el comercio abusivo entre países; organizaciones intergubernamentales como el Banco Mundial, el FMI o la OMC solo representan los intereses de las grandes potencias del mundo desarrollado y de los gigantes de las finanzas y las corporaciones multinacionales. Por eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos los individuos y los pueblos han visto sus derechos pisoteados por todo tipo de tiranos, emperadores, reyes, papas, dictadores, nobles, militares. Con las primeras luchas por los derechos individuales del liberalismo político, gracias a las revoluciones inglesa, americana y francesa entre otras, hoy en día en muchos países del mundo vivimos bajo la protección de estos derechos y libertades individuales. Con la lucha de los trabajadores durante los siglos XIX y XX se consiguieron muchos derechos colectivos y cierto bienestar social en muchos países del mundo. Con la lucha de diversos movimientos sociales en los siglos XX y XXI, hoy en día en muchos países se está viviendo la liberación de la mujer, de las minorías sexuales y de género, y de las razas y etnias estigmatizadas. Sin embargo, en gran parte de las naciones, las personas no gozan de estos derechos y libertades. Los Derechos Humanos establecidos en la Declaración Universal de las Naciones Unidas son menoscabados sistemáticamente por muchos estados-nación y por gobernantes autoritarios, así como por las sociedades mismas. La Organización de las Naciones Unidas, pese a su voluntad y esfuerzo contra esta lacra, no puede acabar con ella. Por eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.
Desde hace siglos la delincuencia y el crimen han azotado las sociedades humanas de diversas formas. Desde las diferentes formas de gobierno antiguas hasta el estado-nación se ha podido combatir contra éstos. Pero desde hace relativamente poco en la historia de la humanidad, han aparecido o se han extendido nuevas formas de crimen, como son el terrorismo, el narcotráfico, la evasión de impuestos y la corrupción globales. Debido a la globalización han surgidos grupos terroristas como los fundamentalistas islámicos, las bandas de delincuentes internacionales vinculadas muchas veces al narcotráfico o a la trata de blancas y a nuevas formas de esclavitud. También se ha dado paso a la evasión fiscal y la corrupción internacional, porque cuando el dinero traspasa fronteras es muy difícil perseguirlo, así como el crimen. Los estados-nación, y las organizaciones intergubernamentales actuales no pueden luchar efectivamente contra estos tipos de crimen; si el terrorismo y el crimen son globales, son necesarias respuestas globales. Por eso es necesaria una Confederación mundial, democrática, efectiva y soberana.

En este Manifiesto se expone la propuesta de una Confederación constitucional, una estructura institucional que deje atrás la antigua lógica de los estados-nación. Esta estructura supranacional debe estar basada en los Derechos Humanos, debe ser un estado de Derecho, Democrático, Social, Libre y Laico. La Constitución debe estar acorde con la tradición y los valores republicanos, como la separación de poderes, la Justicia, los derechos colectivos e individuales, la libertad, la igualdad y la fraternidad.
La Confederación debe tener establecidas constitucionalmente ciertas competencias y limitaciones para las grandes cuestiones globales. Estas son: el medio ambiente, la paz y la seguridad, la economía y el comercio internacionales, los Derechos Humanos y la Justicia mundial. El resto de las competencias serán de los estados integrantes. El factor clave de la Confederación es que ésta sea efectiva y soberana para aplicar realmente las diferentes medidas, ya que hoy en día las Naciones Unidas no son capaces de hacerlo, porque no tiene soberanía y casi todas las decisiones de ésta no son vinculantes, y en las que lo pueden ser las grandes potencias tienen poder de veto. Cabe crear estructuras democráticas mundiales, como una asamblea representativa, un consejo ejecutivo y una rama judicial efectiva para delitos internacionales y contra la Humanidad como hay hoy en día ya establecida.
Por todas estas razones expuestas, es necesaria una Confederación sucesora de las Naciones Unidas, organización que resalta por su incapacidad de acción y de tomar decisiones, por sus carencias democráticas, por su lentitud, y por la falta de voluntad de sus estados-miembro. Hace falta una integración global, aliada con la democracia directa y la representativa, para afrontar problemas y retos de alcance global. Un nuevo mundo acecha, y para él un nuevo sistema mundial ha de ser construido.



Por la Humanidad
Por la Paz y la Libertad
Por la Fraternidad entre los Pueblos
Por la creación de la Confederación Cosmopolita

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